Por Oscar Medina Gómez
Parece algo meramente anecdótico. Veleidoso. Sin la menor importancia. Pero no lo es. Cuando se trata de querer mostrarse como auténtico y honesto ante el pueblo, el asunto tiene hondo calado. Eso de cambiarse el apellido porque –según él- en ingles se oye más “atractivo”, o es más “play” y “vendedor”, deja ver claramente la falta de seriedad, de personalidad, madurez y carácter de una persona.
Es un ridículo esnobismo. Lo más censurable es que revela el evidente desprecio por nuestra maravillosa, rica, hermosa y fascinante lengua castellana. A la que pertenecemos cerca de 700 millones de seres humanos.
Eso hizo el candidato verde a la Cámara de Representantes Cesar Ortiz Zorro. De hecho, si usted lo busca en las redes sociales como “Cesar Fox” ¡así, con ese rótulo, aparecen sus fotos y poses, acicaladas de bienhechor! Hagan la prueba y verán que es cierto. A este personajillo le pareció que ocultarse, mimetizarse socialmente, hacerse llamar por sus seguidores como “Cesar Fox” en vez de conservar con orgullo su apellido materno “zorro”, era más seductor.
Creyéndose y vendiendo el cuentico de que “el reyezuelo” alcalde de Yopal Leonardo Puentes encarna el liderazgo de un gran y renovador movimiento verde. Que leíto es el tan esperado redentor que al fin llegó de los confines celestiales, para luchar por los anhelos de progreso y mejor vida de miles de desvalidos ciudadanos. Con el credo en la boca de que está llamado a seguirle los pasos, ambiciosamente el zorro también se metió en esa burbuja verde. Burbuja en la que, desde luego, sólo caben los “honestos” como ellos.
Por eso, trepado en los hombros del “reyezuelo” -su héroe de la liga de la justicia- el zorro quiere escalar políticamente en un santiamén. Como decían los sociólogos colombianos del siglo pasado, pasar de la mula al avión de la noche a la mañana.
El zorro pela el cobre. Y bien feo. Lo más censurable: al dejar tirado su cargo público de Concejal de Yopal, traicionó a un electorado que creyó en sus promesas cuando votaron por él. ¿Cómo explicar y entender que a uno lo nombra el pueblo para un cargo de cuatro años y, a los dos, a medio camino, lo abandona? Eso no sólo es traicionar con grosería y descaro a la gente. Eso es faltarle el respeto, decepcionar a la ciudadanía. Pagar la confianza del electorado con un escupitajo y un puñetazo en la cara.
Su abandono como Concejal insultó uno de los más sagrados y respetados mandatos que todo ciudadano tiene consagrado en nuestra Constitución Política: el derecho al voto. ¡Eso fue y será por siempre una repugnante canallada del zorro!
Entonces ¿qué pueden esperar los yopaleños, los casanareños del zorro si, por decir, llegara a ganar una curul como Representante a la Cámara? La respuesta es obvia: otra traición. Al año o menos de estar en el cargo, se le haría fácil abandonarlo también, para aspirar a la gobernación, o al senado, por ejemplo. ¡Es que las malas mañas no se olvidan!
Para justificar su ruindad al abandonar el cargo, el zorro tiene sus propias mentiras: que la tristeza lo embargaba al irse, pero que el llamado a defender los intereses populares era muy fuerte… le escribieron en un papel. ¡Para llorar esta carta, por lo emotiva y profunda!
Pero ese pueblo al que quiere engañar el zorro con tan pobre palabrería y promesería barata, en estos casos no traga entero. A pesar de que sigue siendo borrego e idiota útil al momento de votar por sus verdugos…perdón por sus gobernantes, la gente la tiene clara. O si no que lo digan Jacobo y Efrén.
Jacobo Rivera y Efrén Hernández fueron dos políticos casanareños a quienes su ambición por el poder les pudo más que la sensatez, la honestidad y el respeto por sus electores. Siendo representantes a la Cámara –en períodos diferentes- también abandonaron el cargo para postularse como gobernadores. Igual que lo hace hoy el zorro, dijeron que “el pueblo me llama para que desde otras instancias del poder luche por sus intereses”. Por querer ser zorros, los dos se quemaron. Perdieron aparatosamente su aspiración. ¡El pueblo no se dejó engañar y los castigó en las urnas! ¡Pum!: la granada de la mentira se les explotó en la cara. Ese error los mató políticamente.
El fin último del zorro es pescar uno que otro voto, ¡a ver si le suena la flauta! Todo lo que aúlla y ladra es eso: aullidos y ladridos. Son ofertas mentirosas de campañas politiqueras. Que conocemos muy bien millones de colombianos. Como los vendedores de pueblo de purgantes para niños lombricientos, o concha de nácar para tener piel de ángel, la gente sabe que personajes como él son encantadores de serpientes. Sin embargo, con todo y vender mentiras, los parroquianos le hacen círculo para ver y reírse con el show. ¡Tal cual!
Para el zorro, las uvas maduras y jugosas del poder están muy altas. Intentando alcanzar el codiciado racimo, él seguirá jadeando, arañando la planta en su afán de treparla. El 11 de marzo próximo dirá ¡bah…no importa: ¡al fin y al cabo, no estaban maduras! Como en la fábula de Esopo, públicamente fingirá que la Cámara no le interesaba. Pero por dentro llorará su bronca a mares. La gente le cobrará su traición. Nunca debió abandonar el cargo como Concejal de Yopal. Digo yo.
*Periodista
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