Por Oscar Medina Gómez
En columna no muy vieja dije, más o menos, que, si Marco Tulio Ruiz quiere volver a ser el gobernador de Casanare, tiene que repensar. Pararse y replantear con cerebro muy frío el andar político que hasta ahora trae y que tan duros golpes le ha dado en las más recientes contiendas. Reunirse cuantas veces sea necesario con sus “generales de campaña” y armar la estrategia para alcanzar nuevamente el poder.
Aceptar que “no todo está ganado hasta cuando todo está ganado”. Aplicar sin titubeos aquello de que “en política sólo los imbéciles no cambian de opinión cuando las circunstancias cambian”, como baló Juan Manuel Santos en 2010 en su camino a la presidencia. Darse cuenta que otros jugadores también están jugando el ajedrez político. Se están moviendo. Y que, por consiguiente, él tiene que saber jugar la partida. Dejar a un lado la vanagloria, la fanfarronería que tanto daño hace a la mente y el corazón de los seres humanos. ¡Actuar con más inteligencia y menos emoción!
Es cierto que dos años y medio después de haber entregado el cargo a Alirio Barrera, su sucesor, Marco Tulio sigue conservando un inmenso capital político, en razón a la buena imagen que de él tiene la gente. Esto gracias a sus ejecutorias como gobernante reflejadas claramente en obras palpables como las más de 6 mil soluciones de vivienda de interés social –entre vivienda nueva, lotes con servicios y mejoramientos-, los centenares de kilómetros de vías pavimentadas y mantenimiento a las existentes –primarias secundarias y terciarias-, las decenas de nuevos kilómetros de líneas de gas y electrificación, por nombrar apenas unas cuantas realizaciones.
Pero también es cierto que los resultados electorales abanderados por Marco Tulio lo han dejado muy mal parado. Julio Ramos, su inamovible candidato, fue derrotado en dos ocasiones: en su intento de ser gobernador y cuando quiso ser Representante a la Cámara. Lo mismo Arsenio Sandoval, en su aspiración a la Alcaldía de Yopal. ¿Qué está pasando? ¿Dónde está el poderío electoral de Marco Tulio?
Desde luego una cosa es ser el candidato titular de una campaña política. Y otra, totalmente diferente, ser quien maneja la campaña en la trastienda. Quien pide los votos por otro, confiado en la buena imagen que de uno tenga la gente. Si el candidato no posee el suficiente “political feeling”, entronque, química, ángel –o como le queramos llamar- con el pueblo, la cosa no cuaja. Jamás va a ganar, así su tutor, su jefe, se lo ponga en el hombro y lo pasee por cuanta tarima y escenario haya diciendo que es el mejor, suplicando el voto.
Ahora, con Marco Tulio como candidato titular indudablemente la cosa cambia. Es él quien pone la cara y pide el respaldo, con argumentos concretos. Pero comete un error si sigue pensando que, con su fuerza electoral, carisma, don de gentes, personalidad atractiva y votos cautivos, va a ganar sobrado. Que vencerá a sus contrincantes con las manos atadas y los ojos vendados. ¡Cuidado!
Sí: la fiebre verde en Casanare y en Yopal se está enfriando. Hechos como el plagio del Plan de Desarrollo del alcalde Leonardo Puentes y el descarado manejo familiar y burocrático que le ha dado a su administración, evidencian que “el reyezuelo” está pelando el cobre muy rapidito. La dramática caída de Jorge Prieto en su aspiración a repetir senado y la dudosa posesión de Cesar Ortiz Zorro como Representante a la Cámara -dada las varias demandas que tiene por una eventual inhabilidad para ser candidato- también están carcomiendo a los verdes. Pero, con todo eso, Lilian Fernanda Salcedo, la exalcaldesa de Yopal, es una rival política de cuidado. Es un duro hueso que tendrá que roer Marco Tulio.
A Lilian Fernanda no le ayuda mucho estar en el Partido Alianza Verde. Pero a Marco Tulio tampoco el pertenecer a Cambio Radical. De ahí que el exgobernador tiene que diseñar y poner en práctica su estrategia. Lo primero es empezar a guardar distancia prudente e inteligente de ese combo que sus detractores llaman “el clan de la casita” y que los medios replican profusamente con altavoz.
Por sanidad y conveniencia electoral para Marco Tulio, personajes como José Rodolfo Pérez –el ex Representante a la Cámara, su amigo y socio del alma de hace décadas-, Nelson Mariño, Willman Celemín, Jorge García, Luis Eduardo Castro, Lucho García, Julio Ramos y otros, no deben seguir en el “staff” de la campaña, figurando en primer plano. No digo que el candidato tenga que romper su relación personal con ellos. Lo que tiene que hacer es pedirles que se hagan a un lado políticamente. Empezar a convencer al pueblo que la renovación es en serio. Que el tal “clan de la casita” ha muerto.
Lo segundo, Marco Tulio puede buscar su candidatura, por ejemplo, por el mecanismo de recolección de firmas. Eso le daría un aire oxigenante de independencia y cero amarres con el caciquismo tradicional. O, por qué no, aliarse con el gobernador Alirio Barrera, con quien son más los factores que los unen que los que los dividen.
Barrera está hoy en un sitial inmejorable y envidiable: el Centro Democrático va a tener Presidente de la República con Iván Duque, tiene la frescura reparadora de la combativa senadora Amanda Rocío González, las ganas de trabajar del médico Jairo Cristancho, Representante a la Cámara y 20 meses para mostrar resultados impactantes como gobernador.
Marco Tulio: el tiempo vuela. En política no hay que dar papaya. Los miles de seguidores que lo respaldan y creen en su capacidad gubernativa no aguantarían otra derrota en serie. Digo yo.
*Periodista
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