Por Oscar Medina Gómez*
El paso del tiempo y los hechos incontrovertibles que millones en Colombia y en el mundo estamos viendo, comprueban que el sucio e impune pacto de paz firmado entre el nobel-bandido Juan Manuel Santos y los terroristas de las FARC era una farsa gigantesca.
Terroristas sanguinarios, con miles de asesinatos en sus conciencias, de la talla de alias Iván Márquez –nada menos que el jefe negociador en La Habana-, “romaña” y “el paisa”, solo por nombrar algunos, están perdidos del mapa. No están en las zonas territoriales de reinserción –Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz- que el gobierno les dio para concentrase. Ni el ejército, ni la marina, ni la aviación, ni los organismos de inteligencia saben a ciencia cierta de estos sujetos. Se les perdió la ruta hace meses. Simplemente no se conoce su paradero.
A buen entendedor pocas palabras: esos cabecillas de las FARC han decidido huir como ratas y ocultarse nuevamente en las selvas, no solo para evitar que las autoridades hagan justicia haciéndoles pagar por sus innombrables delitos, sino para seguir delinquiendo. Para continuar con el fabuloso negocio del narcotráfico, el secuestro, el boleteo, el asalto a mano armada, el robo de la propiedad ajena de miles de honestas familias. Para seguir depredando sexualmente a miles de niños. Para seguir poniendo bombas y pipetas de gas en miserables poblados y villorios. Para seguir asesinando soldados y policías a montones. Disfrazados, desde luego, con el ropaje de la lucha por la reivindicación social del pueblo.
Esos terroristas han huido porque claramente sienten pasos de animal grande con los gobiernos norteamericanos de Donald Trump y colombiano de Iván Duque, que muy seguramente los pondrán a buen recaudo básicamente por el delito de narcotráfico que han seguido cometiendo, luego de la firma en diciembre de 2016 de la impune paz santista.
Con la captura en abril pasado de alias Jesús Santrich -terrorista que estaba narcotraficando con el Cartel de Sinaloa enviando desde Colombia miles de toneladas de perico, a la vez que posaba ante la opinión pública de filósofo respetuoso de los acuerdos de paz- el decorado del cuadro cambió. Hoy, este despreciable bandido está a la espera de ser extraditado a los Estados Unidos, pese a la descarada dilación y oposición de la mal llamada Justicia Especial para la Paz, JEP. Creada por Santos por pedido de las FARC, única y exclusivamente para impedir el castigo de los terroristas farianos.
Para los cabecillas de esa bandola criminal el asunto se les calentó. También desde abril - cuando fue capturado con Santrich por la Fiscalía- en calidad de testigo protegido por los norteamericanos para que delate a sus compinches se encuentra Marlon Marín ¡el sobrino de alias Iván Márquez, la voz cantante en La Habana que le daba órdenes a Santos! Literalmente una corte de Nueva York lo ha puesto a contar todo lo que sabe sobre las actividades de narcotráfico de los líderes de las FARC, posteriores a la firma definitiva del acuerdo en noviembre de 2016. Actividad de narcotráfico que abiertamente viola lo firmado.
Es de deducir entonces que Marlon Marín, para medio salvar su pellejo, pues está dejando muy mal parado a su tío Iván Márquez y a otros. Incluso podrían caer los mismísimos alias “timochenko” “pablo catatumbo”, “rodrigo granda” y demás. Simple y llanamente Marín dirá a los jueces que luego del acuerdo el multimillonario negocio de la cocaína ha seguido funcionando sin ningún problema. De hecho, las 210 mil hectáreas sembradas de plantas de coca que hoy tiene el país, así lo demuestran. Es que mientras Santos estuvo de Presidente nuestros hombres y mujeres del ejército, marina, aviación y policía estaban arrodillados a las FARC. Humillados, atados de manos y pies en su honor militar ante los verdugos de la Patria.
Para resumir esta historia, la paz de Juan Manuel Santos resultó ser un enorme fiasco. Un multimillonario deterioro económico de más de seis continuados años. Un tremendo daño a la autoridad institucional de la nación. Una burla a 50 millones de colombianos.
Los más importantes cabecillas farianos siguen en el monte delinquiendo y rearmándose. Reorganizando a su tropa para seguir delinquiendo. Y el mitómano y traicionero Juan Manuel Santos sigue de paseo por Miami y otras capitales veraniegas del mundo. Haciéndose selfies posando de dandy. De gran pacificador.
Presidente Duque: usted tiene en sus manos ponerle orden a la casa. A los terroristas de las FARC, del ELN, de los Usugas, de La Oficina, hay que meterlos a la cárcel por muchos años. O darlos de baja. Son ellos o es la Patria toda. Digo yo.
*Periodista
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