Mientras usted, mi estimado habitante de Yopal, va leyendo con atención las líneas de este artículo, tenga en cuenta que los delincuentes que azotan la seguridad de nuestro municipio sin duda alguna se encuentran planeando en la clandestinidad su próximo golpe. Quienes tenemos ocupaciones nos levantamos diariamente a producir, pero esta ralea también hace lo suyo al margen de la ley.
Es innegable el balance positivo que les debe generar el hurto en nuestro municipio. Montones de prendas de valor, semovientes, elementos de la infraestructura pública, así como también variados artículos sustraídos del comercio, hacen parte del nutrido catálogo, que por una parte, les representa a estas mafias sus jugosas ganancias y por la otra a los ciudadanos afectados grandes pérdidas.
Si a esto se le suma la débil contundencia con que ha sido enfrentado este mal, una conclusión razonable podría ser que nuestra paciencia y especialmente nuestra condescendencia, han facilitado que tengamos que malvivir con este problema.
Ni hablar de la libertad con la que operan estos antisociales, que han arreciado sus audaces ataques a la población, ahora con mayor exposición ante el riesgo y con actitud menos temerosa.
Al contrario de lo que ocurre con los llamados “chirretes” y a pesar de figurar en los registros de los medios de comunicación en redes sociales, hasta el momento a los asaltantes de la moto no se les ha logrado ubicar. Pocas o nulas denuncias en su contra y por supuesto ninguna captura. Como si fueran fantasmas, no se sabe quiénes son y absolutamente nadie los ha visto por ahí. ¿Extraño verdad?
Como están las cosas, quien se atreva a circular por el municipio de Yopal será presa potencial de este flagelo. Necesitamos reconocer que, por ahora, la prevención antes de salir a la calle, es la mejor defensa ante la inseguridad, que nos puede hacer víctimas de este mal en cualquiera de sus presentaciones.
Sin embargo, desde todo punto de vista es inaceptable que esto siga sucediendo.
Por un lado, la administración local enfocada en atender los compromisos prioritarios de gobierno, debe exigir que las instituciones cumplan con su parte: patrullar, investigar, procesar, acusar y capturar a los delincuentes, especialmente la primera. No ha sido en vano que el alcalde como jefe de la seguridad de la ciudad se encuentre golpeando las puertas de dichos organismos, que deben responder por sus funciones. Es un tema para sacar de la zona media de las agendas y darle debida prioridad.
De otra parte, la oficina de gobierno municipal hace lo que puede dentro de sus funciones. Convendría una reingeniería de la visión, operación y el alcance de las políticas que, en materia de seguridad, justicia, protección y promoción de derechos y libertades públicas, ayuden a que la situación reduzca su impacto negativo.
Acudiendo a la estadística, se puede notar que la evolución de los indicadores en materia la seguridad en Yopal ha venido empeorando. Para finales del 2019 el informe del DNP (Departamento Nacional de Planeación), mostró a nuestra ciudad consumida por debajo del promedio nacional en el rendimiento de estos índices, hechos que seguramente dieron sentido al slogan de campaña del actual alcalde, para promover así su propuesta electoral sobre una ciudad segura, lo que por ahora se encuentra en vilo.
Sin duda alguna, estos índices no mejoran y lo preocupante es su tendencia, que parece mantener el horizonte del municipio dentro de una atmósfera gris en materia de seguridad. Los medios lo reflejan todo el tiempo.
Resultará interesante conocer las cifras actuales acerca de estos indicadores, en la audiencia de rendición de cuentas que llevará a cabo el gobierno municipal en los próximos días.
En medio de la turbulencia, surgen polémicas discusiones y cuestionamientos al momento de establecer una ruta de solución, porque si aparentemente carecemos de la fuerza pública suficiente, no solo para combatir sino para acompañar proactivamente a los ciudadanos, si la red de cámaras de vigilancia y centro de control no funciona plenamente, si la respuesta inmediata de las autoridades ante los eventos es tardía, si no existe presupuesto disponible que pueda destinarse al proyecto de recuperación, si los afectados no denuncian oportunamente, si los procedimientos investigativos son lentos, si se supone que todos están haciendo lo que les corresponde pero a pesar de esto la seguridad no mejora, cómo es que vamos a poder resolver este gran problema ?
Lo que antes fuera una ola de inseguridad se convirtió en un verdadero problema social, donde la popular articulación y la trazabilidad poca efectividad tienen.
Con aciertos y fallos, la historia ha demostrado que, para avanzar en la solución de problemáticas delicadas, es necesario acudir a estrategias que garanticen el control y manejo de situaciones críticas de gran importancia. Una de estas estrategias es la designación de altos consejeros y delegados para prevenir y desarrollar soluciones en torno a temas como el secuestro la corrupción y las drogas, por ejemplo.
Así las cosas, Yopal pareciera estar necesitando con urgencia la incorporación de una cabeza que sea capaz de asumir el control de la seguridad local a través de una estructura de poder que permita darle manejo efectivo a la situación, cuya principal misión sea la de enfrentar y combatir con empoderamiento y autoridad a los actores delincuenciales del crimen organizado.
Una representación de alto nivel competente e idónea, concentrada en función de lograr extinguir el delito organizado y sus anexos en el municipio. La figura de un “Zar” o “Comisionado” anti delincuencia.
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