El Estado tiene una deuda histórica con la Orinoquía. Los llaneros le dimos la libertad a la Nueva Granada y el centralismo nos pagó con olvido, un olvido tan prolongado que después de 200 años sigue ensañándose con un pueblo que tiene más presente que pasado.
Nos necesitan porque tenemos petróleo. Nos buscan por las grandes extensiones de tierra. Nos mencionan en cumbres internacionales como la última frontera agrícola del mundo. Nos prometen esta vida y la otra con grandes anuncios, pero a la hora de la inversión es como si no existiéramos, como si el tiempo se hubiera quedado congelado y siguiéramos en la Gran Colombia.
Ya es hora de que desde la fría capital nos miren como lo que realmente somos y valemos, la principal región productora y potencia en el desarrollo y la agroindustrialización del país. Y tenemos con qué: en nuestros territorios se produce el 77% del petróleo y el 72% del gas de toda Colombia; el 98% de la soya, el 98% del marañón, el 53% del arroz, el 46% de palma de aceite, el 34% del maíz tecnificado, tenemos el 33% de las plantaciones forestales y el 21% del inventario bovino nacional. Somos agroindustria, biodiversidad, hidrocarburos, agua, selva, altillanura, maravillas naturales, resiliencia, pujanza y legado.
Exigimos reivindicación y el pago de esa deuda, por eso nos unimos con mis colegas gobernadores de Arauca, Guaviare, Guainía, Meta, Vaupés y Vichada y conformamos el “bloque Orinoquía” para clamar por lo justo, para hacerle un llamado respetuoso y contundente al Gobierno nacional, pero sobre todo para hacernos sentir como región que trabaja unida por su presente y futuro. Hoy somos los Llanos y la selva de la Orinoquía unidos y representados en siete departamentos, es decir media Colombia, trabajando por el propósito de avanzar por el camino de la transición hacia la industrialización. En los más de 400 mil kilómetros cuadrados de tierra fértil y gran potencial agropecuario queremos liderar una verdadera revolución industrial, basada en alternativas sostenibles que contribuyan al desarrollo agrícola y a la protección de nuestros ecosistemas.
Para cumplir con nuestros propósitos regionales necesitamos de la conexión vial y fluvial entre departamentos, de la conectividad digital, de la generación de empleo formal y de la industrialización del campo. La reactivación de los proyectos del ‘Pacto del Bicentenario’ pueden ser un inicio trascendental en esta apuesta. Necesitamos ver terminadas La Ruta Los Libertadores, la Transversal de La Soberanía en Arauca, la Transversal El Cusiana y la vía Vado Hondo - Labranzagrande – Yopal. Además, es imperativo concretar los proyectos de construcción de la planta de urea y de concentrados en Casanare, el puente sobre el río Meta, la pavimentación de la trocha hacia Rubiales que irónicamente es el campo petrolero más importante del país, la vía entre Puerto Gaitán y El Viento Vichada, la solución definitiva a los cierres de la vía al Llano, el mejoramiento de los aeropuertos de la región, entre muchos otros más que necesitamos ver materializados.
Necesitamos mayor autonomía para forjar nuestro propio destino y construir una región próspera porque también somos Colombia, así solo nos volteen a ver cuándo necesitan de las regalías petroleras. En estas tierras hay gente berraca, pujante y valiente, no en vano fuimos la cuna de los lanceros de la gesta libertadora. Las nuevas generaciones agradecerán nuestra decisión irrevocable de trabajar en equipo. Estamos trazando la hoja de ruta de la transformación con proyectos de alto impacto regional para las próximas décadas, pero para lograrlo necesitamos del apoyo del país. Solo unidos y alzando la voz seremos escuchados por ese centralismo distante que atiende desde escritorios en Bogotá.
*Gobernador del Casanare.