Por Oscar Medina Gómez

Enerca, la Empresa de Energía Eléctrica de Casanare se fue al traste. O, en el mejor de los casos, está a punto de quebrarse. Finalmente los politiqueros terminaron devorándola. Su hambre fiera, desmedida por despilfarrar y robarse hasta el último peso de sus arcas, la tienen en cuidados intensivos.

El pésimo servicio que presta Enerca es evidente. Los apagones no solo en Yopal sino en los demás municipios donde opera, son continuos e inesperados. Las fallas técnicas y de cobertura que protagoniza diariamente, someten a miles de casanareños a tener que soportar la ineficiencia e ineptitud administrativa de sus gerentes. Pero, eso sí, los reclamos se quedan en eso: en reclamos. Y los recibos mensuales por consumo no fallan. Llegan por valores altos y sin falta a todas las residencias. Y si la gente no paga ¡pum! …va la sanción!

Precisamente por Enerca han desfilado varios personajes que son los culpables visibles de su ruina calamitosa. Digo visibles porque los reales titiriteros políticos de la empresa nunca son visibles. Se esconden en un telón de fondo, desde donde manipulan a su antojo al muñeco de turno.

Recordemos nombres: Alirio Guzmán -hoy mesiánico candidato a la Gobernación de Casanare-, Luis Carlos Castro y Jorge Torres. En menos de 2 años estos personajes han gerenciado la empresa. Y los tres han dejado una estela bastante dudosa en cuanto a crecimiento, buen servicio y resultados positivos para Enerca.

Como gerente en su momento Alirio Guzmán fue el chico protegido del entonces Gobernador Raúl Flórez, la más grande y catastrófica desgracia gubernativa que ha tenido el departamento. La equivocación histórica más vergonzante en nuestra reciente historia política. Luego de la destitución de Flórez por la Procuraduría y su posterior huida, en 2011 Guzmán entregó una empresa con una alta deuda a entidades nacionales. Con un enorme pasivo en sus cuentas.

En febrero de este año 2013, de forma sorpresiva y sin dar explicaciones a nadie -un gesto de total falta de gallardía- renunció Luis Carlos Castro. Líos judiciales fueron la causa de su salida. Bueno. Eso fue lo que trascendió.

En su reemplazo llegó Jorge Torres, un “súper gerente” con todos los títulos y cargos habidos y por haber. Pero toda la experiencia que dice tener en el sector público y privado, de poco o nada le ha servido para sacar a Enerca del hueco negro en que ha caído. Llegó diciendo que iba a reestructurar los procesos administrativos y procedimientos internos, a mejorar la pésima atención a los usuarios dando respuesta pronta y satisfactoria a los usuarios, a consolidar grandes negocios para fortalecer la entidad económicamente, a…bueno. A hacer maravillas. Pero nanay cucas. Todo ha sido bla, bla, bla.

Enerca -que además de distribuir y comercializar energía eléctrica, también está metida en el negocio del gas natural y las telecomunicaciones- requiere con urgencia inaplazable una reingeniería. Una limpieza de toda esa basura burocrática que la habita. Y que no solo le impide ser honesta y eficiente, sino que la está llevando al despeñadero. Digo yo.

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