Por Leonardo Puentes*

El pueblo soberano de Yopal decreta la no realización de fiestas’ hasta que se restablezca a los yopaleños el derecho fundamental a tener agua potable. La demanda ciudadana hecha pública a través de Monseñor Misael Vaca esta semana vuelve a poner sobre la mesa la crisis más grave a que se haya visto enfrentada Yopal en su historia reciente: cerca de 200 mil personas sin agua potable durante más de 2 años y medio, en permanente exposición a un problema sanitario como el vivido a principios de este año, con más de 3.000 menores víctimas de un fuertísimo brote de Enfermedad Diarreica Aguda (EDA).

Valoro y acompaño este ejercicio simbólico de protesta, pero infortunadamente creo que no provocará ningún efecto. Con la misma frustración con que hace un año consideré impresentable que en medio de una situación tan difícil y ante el incumplimiento del principal compromiso de campaña de nuestro Alcalde, Yopal dedicara cerca de 10 días a toda suerte de carnavales, hoy, un año después, me ratifico en que la tradición no puede estar por encima de la vergüenza que debería producirnos (a todos) no haber superado esta prueba, que se prolonga por casi tres años.

Como ha sido siempre su estilo, la administración reduce la discusión a un asunto presupuestal: ‘el dinero de las fiestas nada tiene que ver con el de los pozos profundos, ni mucho menos con la planta modular, esa plata ya está asegurada’, han afirmado con vehemencia Gobernador, Alcalde, Secretarios de Despacho (como lo vienen afirmando desde octubre de 2011). Hábil, pero falaz argumento. Esos generosos contratistas, petroleros, palmeros y demás almas de buen corazón, de los cuales nunca sabemos el nombre ni la orquesta que pagaron, viven, ganan y pagan las fiestas de los mismos impuestos y recursos que todos nosotros les aportamos. Nos devuelven un rezago de sus jugosas ganancias con un par de noches de luces y fantasía: ‘Pan y circo’ para algunos miles, mangueras, embudos, baldes y carrotanques para la gran mayoría. Por agua no se preocupen.

Lo dije hace un año y me ratifico: el único regalo que Yopal espera en su tercera navidad sin agua potable son las obras que cierren este bochornoso capítulo de ineficiencia, mala planificación y muy seguramente de oscuros manejos que esperamos sean esclarecidos y sancionados con todo el rigor. Lo deseable sería que los tradicionales días de fiestas sean muchos menos e igualmente mucho menos estruendosos de lo que han sido en años recientes; que sirvan para rendirle homenaje a los gestores de nuestra cultura, para invitar a las familias de Yopal a reunirse en torno a las manifestaciones culturales, deportivas y a los eventos feriales tradicionales de nuestra región. Ojalá no sean nuevamente para el culto al derroche, al alcohol y a esa artificiosa opulencia que es ajena a la gran mayoría.

Y que ojalá el Secretario de Gobierno Municipal revalúe la frase que le escuchara en medios radiales el pasado domingo: ‘ese pasquín al que llaman decreto aquellos que nunca han hecho nada en su vida y que hacen protagonismo con actos ilegales e instigación’. Ese documento Doctor Conde, lo leyó, firmó y defendió nuestra mayor autoridad eclesiástica, al lado de muchos yopaleños que han tenido el valor civil de defender públicamente nuestro derecho a tener agua potable. Desafortunadas afirmaciones de otro de nuestros históricos diputados de la era ‘pensando en todos’; desafortunado domingo Doctor Conde. Por lo pronto, que siga la fiesta.

*Concejal de Yopal.

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