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DE FRENTE - El Ministro

DE FRENTE - El Ministro
Por: Oscar Medina Gómez **

Definitivamente uno entre más vive más se da cuenta de las ingenuidades y estupideces de nuestra clase dirigencial criolla. De su limitado cerebro para racionalizar lo que sus ojos y oídos ven y escuchan. De cómo entre más se les humilla, latiga y castiga, más doblan la espina, agradecidos por la golpiza. Sumisos, en este caso, ante un bufón de la corte llamado Germán Vargas Lleras, incómodo ventrílocuo de otro bufón mayor llamado Juan Manuel Santos Calderón, un presidente que mintió y traicionó a los casanareños con el tema de las regalías petroleras. Y, claro, al país.

En su visita a Yopal para el lanzamiento de las “Alianzas para la Prosperidad del Sector Minero Energético” el Ministro de Interior no solo se dio el lujo de tomarles del pelo al gobernador y los alcaldes asistentes, dijo que las tales alianzas son la prueba institucional del compromiso de Santos con los llaneros- sino que les engañó descaradamente al afirmar que se descongelarán los casi 600 mil millones de pesos que el departamento tiene en el FAEP.

Atronador aplauso se escuchó en el recinto de La Triada –obra inconclusa de la faraona ex –alcaldesa Lilian Fernanda Salcedo- cuando Vargas Lleras espetó que esa plata son “Recursos de los casanareños que deben retornar cuanto antes para que se inviertan en el departamento, acorde con la locomotora minero-energética, para encontrar vocaciones comunes de desarrollo económico y social”. Faltó apenas que ante tremenda falacia le hubieran hecho fila para adorarle y besarle sus manos. Limpias e intachables.

Refiriéndome al ministro, ¿cómo creerle a un personaje que lleva casi 15 años mintiéndole a los casanareños cada que posa su humanidad en estas tierras? Desde las épocas del gobernador William Pérez, por allá en 2002, -cuando “Martín Llanos” hacia de las suyas con la clase política regional y hasta nacional- en plena campaña al Congreso vino a pedir el voto para su reelección como senador. Prometió defender a muerte proyectos como la vía del Cusiana, o la navegabilidad del Río Meta. O, por supuesto, el derecho constitucional de los casanareños a sus regalías petroleras.

¿Qué pasó? ¿A dónde fueron a parar sus palabras y promesas? Al muro de la infamia politiquera. Hoy no tenemos ni vía, ni navegabilidad, ni regalías. Y el ministro, descarado y sin memoria –o, mejor, cínico- llega a Yopal, cual reyezuelo de una república banana, con las mismas palabras y promesas de entonces. Dicho más claro: nos aplica la misma dosis de charlatanería y basura oral, porque sabe que por estos lados nadie protesta de verdad. Todo se va en comités gremiales de oposición, marchas babosas con pañuelos blancos, pálidos pronunciamientos de los gobernantes y ninguna crítica de la prensa.

En La Triada el ministro volvió a prometer lo ya prometido y lo ya aplaudido por nuestra gelatinosa clase dirigente hace décadas: 90 mil millones para la vía del Cusiana; y 60 mil más para la navegabilidad del Río Meta. Y siguió mintiendo con las regalías del petróleo. Como haciéndole el quite astutamente al acto legislativo que el año pasado dio por terminado el “billeteducto” que nos llegaba mensualmente, dijo con cara de sorna que se pueden invertir los 600 mil millones del FAEP “siempre y cuando presenten proyectos sustentables a Planeación Nacional”. Él sabe –como lo saben el gobernador Mariño, los alcaldes Celemín de Yopal, Camacho de Aguazul, Monchi de Orocué, y todos nosotros- que eso no va a ocurrir.

Por lo menos no en el mediano plazo. Primero porque al gobierno de Santos no le interesa girar esos multimillonarios recursos a un departamento donde su clase dirigencial y gobernante no propiamente se ha destacado por la honestidad en el manejo de los dineros de las regalías. Y segundo porque no tenemos ni al interior de la gobernación ni de las alcaldías, ni mucho menos en el Congreso, personas con la capacidad suficiente para dar la pelea. Y menos que tengan dolor de pueblo. Que les interese el bienestar y desarrollo de la gente. A todos, eso sí, les duele y les interesa su mordida personal.

El gobernador de Casanare y el alcalde de Yopal pecan de ingenuos cuando cándidamente le dicen al ministro que confían en sus buenos oficios –los del ministro- para poner a andar muchas obras y proyectos que se necesitan. Los dos tienen, eso sí, las mejores intenciones. Pero, respetados amigos, uno no puede vivir de buenas intenciones. Toca es tomar decisiones y afrontar la realidad. Y esa realidad señala que Casanare Saudita ya no existe. Se acabó.

Los únicos que mostraron una borona de dignidad fueron los diputados y diputadas de Casanare. En un acertado asomo de protesta no asistieron al evento, para alabar el ministro. El resto, como los perros que le ladran a la luna creyendo que es de queso, morían de ganas por congraciarse con el bufón. Digo yo.

Periodista – Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública
Pontificia Universidad Javeriana


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