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En el día de la tierra IGAC sugiere 30 prácticas que evitarían el deterioro del suelo

En el día de la tierra IGAC sugiere 30 prácticas que evitarían el deterioro del suelo
La creciente escasez y contaminación del agua, la constante disminución de especies endémicas de ecosistemas frágiles, la tala indiscriminada de bosques y la polución del aire de las grandes urbes, son temas que a diario ocupan las páginas de los periódicos y que escandalizan a la población del Planeta.

La humanidad habla y pelea por preservar recursos naturales como el agua, el aire, la flora y la fauna, pero pocos se “rasgan las vestiduras” por defender al que le brinda alimento a los seres vivos; al que sirve de base para las infraestructuras humanas (viviendas, vías, edificios); al que regula el clima y las inundaciones; y al que es el hábitat de millones de organismos.

Se trata del suelo, un recurso natural no renovable que aporta servicios ecosistémicos claves para la vida del Planeta, y que en los últimos años se ha ido despertando de su silencio para exigir un mejor trato y respeto por su uso y vocación; una prueba de eso son los cada vez más constantes derrumbes y deslizamientos que se presentan en las montañas afectadas por la sobrecarga de ganado y donde los tupidos bosques fueron cambiados por frondosos cultivos.

Para evitar que este recurso esté condenado a la muerte y que se convierta en una “especie más en vía de extinción”, el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, en conmemoración del Día Mundial de la Tierra, aconseja aplicar minuciosamente 30 prácticas y sistemas de manejo en los suelos de Colombia, los cuales no solo garantizarían su buen uso, sino una producción agropecuaria y forestal sostenible y amigable con el medio ambiente.

“Los suelos intervenidos por el hombre en el país presentan estados preocupantes de degradación, lo cual se debe a la deforestación, sobrepastoreo, sobreexplotación de la cobertura vegetal, mal manejo y conflictos de uso. A través de prácticas esenciales de manejo no solo ayudaríamos a cambiar el turbio panorama de los suelos, sino que evitaríamos que se vean afectadas las funciones básicas que este brinda, tales como productor de cultivos, fuente de biodiversidad, regulador del flujo de agua, receptor de Gases Efecto Invernadero y filtro ambiental”, dijo Juan Antonio Nieto Escalante, Director General del IGAC.

Estas actividades de manejo de suelos están asociadas con el control de la erosión y movimientos en masa, labores de labranza, técnicas de fertilización y control de la contaminación. A nivel nacional, estas prácticas varían dependiendo de la clasificación por capacidad de uso, ya que cada suelo responde de manera diferente.

Control a la erosión y a los derrumbes, las primeras cinco

Actualmente, el 35% de los suelos del país padece de erosión, mientras que el 18,7% cuenta con amenaza alta-muy alta de presentar movimientos en masa.
Según Nieto Escalante, si las tierras y suelos del país estuvieran bien manejados, tanto la erosión como la probabilidad de derrumbes serían inferiores.

“Esto también se vería reflejado en la disminución de la deforestación y el aumento en la poca protección contra el efecto de la lluvia. Para prevenir la erosión y los movimientos en masa, primero se debe aplicar una política contra la deforestación, y llevar a cabo la planificación y el ordenamiento del territorio, teniendo en cuenta la capacidad de uso de las tierras”.

El IGAC recomienda aplicar cinco prácticas de manejo como plan de choque a la erosión:

1. Incrementar los sistemas forestales, agrosilvícolas y silvopastoriles.

2. Incrementar la rugosidad del terreno: se debe controlar la escorrentía mediante zanjas de ladera, realizar cultivos en contorno y utilizar franjas con vegetación densa.

3. Proteger el suelo con cobertura vegetal y residuos de cultivos, lo cual disminuye la acción destructora de la lluvia sobre el suelo.

4. Evitar la labranza en el sentido de la pendiente; esta debe ser reducida y mínima o de siembra directa en pendientes menores al 30 por ciento.

5. Evitar la compactación del suelo, específicamente la de la explotación ganadera y la de la maquinaria agrícola.

Aumentar la calidad del suelo, una tarea indispensable

El 68,1% del país cuenta con tierras con bajo contenido de materia orgánica. Algo preocupante, ya que es la encargada de retener agua y nutrientes, de mejorar la estructura y productividad del suelo, y es la que más interviene en el aumento de la calidad de este recurso natural.

Las tierras de la llanura del Caribe, los valles interandinos, la Orinoquia, Amazonia y La Guajira, albergan este tipo de suelos.

Por su parte, los suelos con alto contenido de materia orgánica abracan el 10,1%, y están distribuidos en manglares, suelos orgánicos, páramos húmedos y terrenos con ceniza volcánica.

Para aumentar la “calidad de los suelos”, el IGAC enfatiza que se deben aplicar cuatro prácticas de manejo:

1. Aumentar la producción de material vegetal: realizar cultivos de cobertura, sistemas agrosilvopastoriles, reforestación, recuperación de pastizales degradados y aplicación de riego y fertilizantes (pero sin exceso). No se debe reemplazar la vegetación perenne por estacional.

2. Incrementar el contenido de materia orgánica: aplicar materiales orgánicos, tanto vegetales (residuos de cosechas) como animales (abonos); se debe evitar a toda costa la quema de bosques, pastizales, rastrojos y residuos de cultivos.

3. Disminuir la descomposición de los materiales orgánicos de la labranza: la actividad agrícola de trazar surcos poco profundos en la tierra, es decir la labranza, debe evitarse en la mayoría de casos. De lo contrario se recomienda que sea mínima, conservando la hojarasca y la cobertura vegetal en suelos de cafetales, bosques húmedos y sistemas agrosilvopastoriles.

4. Mantener el contenido de materia orgánica en lugar de incrementarlo, ya que es un proceso lento.

Requisitos para una buena labranza

El objetivo principal de la labranza es mejorar las condiciones físicas del suelo (profundidad, aireación y retención de humedad), para que así se incremente su productividad.

Existen varios tipos de labranza: convencional (se usan rastrillos o rastras pesadas que sustituyen el arado); reducida (deja parte de residuos vegetales y restringe al mínimo el número de pases de los implementos); y sin labranza (no emplea arados o rastrillos).

Según el Director del IGAC, las últimas dos labranzas son las más ideales, al ser menos intensas y agresivas. “Sin embargo, su uso depende del presupuesto y de la maquinaria disponible. Lo que se recomienda es hacer un racionamiento y seguir las siguientes pautas”.

1. El sistema de labranza y el tiempo de uso de la maquinaria deben hacerse en función del suelo, tomando en cuenta propiedades físicas como textura, consistencia y espesor del horizonte.

2. Poner atención al contenido de humedad. En suelos secos o mojados, la labranza puede ser perjudicial. Se recomienda en terrenos húmedos.

3. Evitar las prácticas excesivas de laboreo y preparación de tierras, ya que son costosas, ocasionan pérdidas de materia orgánica y desmejoran el suelo.

4. Evitar al máximo remover el suelo durante el cultivo. Se debe mantener una cobertura (mulch) permanente.

5. Se debe prevenir la compactación del suelo (por maquinaria y vehículos); el piso de arado; y la pata de vaca del ganado en zonas de pendientes.

6. Minimizar el uso del rotovator y del arado de discos; usar maquinaria que ni invierta el suelo.

7. Las prácticas de labranza más adecuadas para los suelos de Colombia son: mínima y siembra directa en los Andes Colombianos; labranza vertical o utilización del cincel en las praderas del trópico alto; limitación de mecanización en los terrenos con pendientes mayores al 30 por ciento; y machete en la zona cafetera.

Actividades para que la fertilidad química sea sostenible

Colombia es un país con suelos de fertilidad baja. Esto se ve representando en que el 85% alberga suelos ácidos, el 57,6% cuenta con pH menores a 5 y bajos contenidos de aluminio y el 98% presenta deficiencias en fósforo asimilable por las plantas.

Para contrarrestar esta baja fertilidad natural, los agricultores se han visto obligados a hacer uso de fertilizantes químicos en sus cultivos, práctica que no debe hacerse a la liguera.

Las mejores prácticas para el manejo de la fertilidad son:

1. Conocer los suelos (dinámica y propiedades), los requerimientos específicos de los cultivos y las condiciones climáticas.

2. El uso de fertilizantes y enmiendas debe ser parte de un plan de manejo integral, que incluya tipo de labranza, variedades de cultivo y tiempos de aplicación.

3. Hacer uso de los estudios de suelo para el uso de fertilizantes y cal; el criterio técnico y del agricultor definirán el plan de fertilización.

4. Tener en cuenta que las prácticas de encalamiento varían según: el nivel de aluminio (mayores niveles, mayor neutralización); la cantidad de cal; tolerancia de las plantas al aluminio.

5. Se recomienda el uso de cal dolomítica (carbonato doble de calcio y magnesio).

6. El tiempo de aplicación debe ser definido con el agricultor.

7. Hacer uso de prácticas de manejo que incluyan rotaciones de cultivos, abonos verdes y residuos de cosecha.

8. Constituir sistemas agrosilvopastoriles y silvopastoriles.

9.Las prácticas integrales de fertilización deben incluir a los bancos de germoplasma y variedades de cultivos adaptadas a las condiciones colombianas.

Dígale adiós a la contaminación

Metales pesados como el plomo, cadmio y cinc; plaguicidas, herbicidas, insecticidas, fungicidas y fertilizantes como el fósforo y nitrógeno, son los principales responsables de la contaminación del suelo, factor que afecta la calidad de las tierras y del agua subterránea, la biodiversidad, y la salud de los habitantes.

En Colombia, los ecosistemas más contaminados por pesticidas son las ciénagas Grande de Santa Marta y Zapatosa, los ríos Meta, Ariari, Cauca, Caquetá, Saldaña, Coello, San Jorge y Cesar; el altiplano Cundiboyacense; y las selvas Andina y Amazónica.

“Varias sustancias que llegan a contaminar los suelos se aplican con fines productivos, como el riego, herbicidas, insecticidas, fungicidas y fertilizantes. Su exceso y mal uso perjudican tanto al suelo como al ambiente en general, razón por la cual se deben aplicar ciertas pautas”, informó Nieto Escalante.

1. La materia orgánica es la característica más importante para controlar los contaminantes, razón por la cual se recomienda mantenerla o incrementarla a través de cultivos de cobertura, rotación, barreras vivas, abonos verdes y compost.

2. Aplicar fertilizantes de acuerdo con los análisis químicos; evitar excesos de fertilizantes, tiempos inadecuados y formas no convenientes.

3. Para el uso de pesticidas: aplicar el novel más bajo posible; utilizar el manejo integrado de plagas y control biológico; rotar cultivos para controlar plagas y enfermedades; utilizar cultivos resistentes a plagas; seguir instrucciones de seguridad, manejo y aplicación; y calibrar los equipos.

4. Tener en cuenta la profundidad a la cual se encuentra el nivel freático y su fluctuación.

5. La permeabilidad debe permitir una rápida absorción de efluentes y tener una capacidad reguladora que evite la polución en las aguas subterráneas.

Suelo colombiano en porcentajes

• 28,7% tiene conflictos de uso del suelo (sobreutilización y subutilización).

• 15,6% tiene suelos afectados por cultivos y ganado, es decir sobreutilizados.

• 13,09% son terrenos desaprovechados para su verdadera vocación (subutilizados).

• 67,6% cuenta con uso adecuado del suelo.

• Sucre, Atlántico y Magdalena son los departamentos con más suelos afectados.

• Los suelos menos afectados están en Amazonas, Guainía y Vaupés.

• 19,3% tiene suelos aptos para cultivar, pero se aprovecha el 4,6%.

• Solo el 13,31% es apto para la ganadería, pero se hace uso del 30,5%.

• Los bosques abarcan el 53,17% del país. Amazonas, Caquetá y Guainía son los departamentos con mayor área conformada por esta cobertura.


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