Por Oscar Vanegas Angarita*
Cuando cursamos la carrera de Ingeniería de Petróleos nos formaron netamente técnicos, con escasos conocimientos en política, economía y legislación petrolera. Supuestamente ese era un tema exclusivo de Abogados y Economistas, quienes han manejado la política petrolera de nuestro país.
En su momento esto no importó, porque, como lo escribí en la columna anterior, la empresa estatal administraba la riqueza de nuestro subsuelo, y con el anterior contrato de asociación al pueblo colombiano le quedaba más del 75% de la ganancia que deja la explotación de los hidrocarburos.
Luego vinieron los cambios en los gobiernos de Pastrana y Uribe, a favor de las multinacionales y empresarios privados, y en contra de los intereses del pueblo colombiano; cambios justificados utópicamente en el riesgo que se corría del tener que importar petróleo, cosa que nunca ocurrió; no por hallazgo de grandes descubrimientos y las cuantiosas inversiones que supuestamente iban a hacer las nuevas compañías, sino porque el aumento internacional del precio del petróleo llevó a que entrara al mercado el crudo pesado que ya se había descubierto con los contratos de asociación, y por las significativas inversiones que ha hecho Ecopetrol para incrementar el factor de recobro de los campos maduros.
De estos cambios el 99.9% de mis colegas Ingenieros de Petróleos no se enteró, y quienes se enteraron creyeron que era algo políticamente correcto, porque incentivaría la llegada de capitales extranjeros que dispararía el empleo y los salarios; pero lo que hemos visto con los resultados mostrados por la ANH y analizados en las columnas anteriores, es que nos convertimos en idiotas útiles al servicio de las multinacionales, a cambio de unos miserables salarios que no compensan el sacrificio y la ilusión con la que nos formamos.
Hoy las petroleras prefieren profesionales de otras líneas afines o ingenieros extranjeros, que se conforman con salarios que en sus países de origen se multiplican por cinco; a quienes tampoco les duele nuestra patria, ni el medio ambiente, y menos aún las necesidades de nuestro pueblo.
Pero también existen los colegas nacidos en Colombia, a quienes su sentido patriótico les ha sido deformado hasta la médula, y su desconocimiento de la política petrolera actual los ha convertido en cómplices del saqueo de nuestros recursos naturales.
Invito a mis colegas Ingenieros de Petróleos a ver la realidad de nuestra industria petrolera, no desde la periferia, sino desde el sentido nacionalista y sin complejos, para no seguir siendo caja de resonancia de las ideas acuñadas desde el consenso de Washington, donde las potencias acordaron el neoliberalismo y la globalización, para ingresar, sin resistencia, a través de los tratados de libre comercio y la privatización de nuestros activos minero energéticos, por unos recursos que a ellos se le comenzaron a agotar desde los años setenta, y que requieren para mantener su desarrollo económico, estatus social y hegemonía global.
No más silencio e indiferencia con quienes desde la cima del poder permitieron que el deber del Estado derivara en la entrega descarada de nuestros recursos naturales, dejando a nuestros futuros descendientes inermes, al no tener garantizada la autosuficiencia petrolera, y menos aún, combustibles a precios razonables para jalonar nuestro desarrollo económico, al cual también tenemos derecho.
*Ing. de Petróleos. Presidente del ORSEME.