Por Oscar Medina Gómez*
Nada nos sorprende del actuar de los y las honorables concejales de Yopal. No solo de quienes conforman esa Corporación en el gobierno de Wilman Celemin, sino de los que han desfilado por administraciones anteriores…y anteriores…y…en fin. Decenas de paladines, que entregan su vida y lucha al servicio de la gente.
Lo inquietante sería que esa irreprochable legión de hombres y mujeres –repito: dedicada por entero al bienestar de los más desposeídos- nos dejara de sorprender con otra de sus hazañas patrióticas.
Pues no. Sus gestas heroicas siguen dando de qué hablar. La opinión pública se ha enterado de los contratos millonarios que la saliente presidenta del Consejo de Yopal Ximena Cárdenas y el actual presidente Libardo Carreño Fernández, firmaron y ejecutaron, en menos de un año.
Son 7 contratos. 3 de suministro de elementos y alimentos de cafetería, 2 de suministro de elementos de aseo y 2 de fortalecimiento a la democracia participativa (bonito nombre). Suman, en cifras redondas, 106 millones de pesos.
Entre diciembre de 2013 y agosto de 2014 –apenas 8 meses- la honorable Ximena y el honorable Libardo contrataron –con dinero de los yopaleños- cuanto se les ocurrió en sus portentosas mentes. A un ritmo de un millón de pesos al mes, esta pareja de luchadores de la democracia compró cantidades monumentales de mermelada, arequipe, mani, mentas, avena, te helado, leche, cereal, jugos, jamón, quesos, pan tajado, galletas, instacrem, aromáticas, café, azúcar, panela. Hasta aceite y harina de trigo !Como para un hambriento ejército de soldados!
Y ni se diga de los productos de aseo y similares para mantener inmaculada –es decir sin tacha ni mancha- no solo la sede del Concejo. Sino sus pudorosos traseros. Léase bien: 2.400 rollos de papel higiénico, 200 toallas, 200 galones de clorox, 30 escobas, 200 antiolores, 25 recogedores, 200 barras de jabón. La lista asusta.
Además de unas oficinas relucientes y sin asomo de suciedad, uno entiende que el desgastante y estresante trabajo intelectual de nuestros honorables exige que a todo momento tengan una mente despejada, limpia, pensante. Abierta siempre a la iluminación que conduzca sus decisiones por el camino correcto.
Por eso ell@s necesitan continuamente de morder, de comer, de llenar sus barrigotas. De tener la boca llena. De ahí las toneladas de viandas, manjares y vituallas. Eso no admite discusión. Comilona abundante para apenas 17 honorables, que al año tienen 4 periodos ordinarios de sesiones, a las que con frecuencia asisten pocos.
Su hazaña el honorable Carreño la redondeó contratando una cartilla para “fortalecer la democracia participativa y las organizaciones comunales” por algo más de 17 millones de pesos. Un culto a su egocentrismo que necesitaba –es obvio- de ser mostrado, difundido, divulgado, comunicado, esparcido a los cuatro vientos. Por eso este prohombre se gastó -insisto: con dineros de todos los contribuyentes- otros 17 millones pagándole a un grupo de teatreros, payasos y saltimbanquis para que socializaran la revista en jornadas lúdico-recreativas al aire libre, a lo largo y ancho del municipio. A propósito ¿alguien los ha visto vigorizando la democracia?
¡Que entrega, que amor de patria, que molde de hombre, que demócrata este Libardo! Fueron casi 35 milloncitos destinados para que las bases de nuestra democracia no se resquebrajen y sigan firmes. ¡Admirable!
Pero realmente estos contratos son “chichiguas” de la democracia. Lo realmente grueso, gordo, carnudo, abultado, generoso está en los “sesudos debates” donde se discuten temas de concesiones privadas para recolección de basuras, terminal terrestre de transporte público, alumbrado público, mataderos municipales. O construcción de PTAP, pavimentación de vías, dobles calzadas, alcantarillados, mejoramiento de infraestructura hospitalaria y educativa, programas de vivienda social, lotes con servicios (y piratas), POT. Claro: y uno que otro traslado presupuestal. Uff…esas si son palabras mayores.
En tiempos de caos y desprestigio institucional, donde la inestabilidad administrativa de Yopal es una constante, donde luego de más de 3 años 160 ciudadanos no tenemos planta de tratamiento de agua y nos toca usar agua contaminada, donde una empresa estatal como la ESE Salud Yopal está al garete y al borde de la quiebra por culpa de la pésima gerencia de Rosa Nelly Barragán, donde la inseguridad y los maleantes de cuchillo hacen metástasis en todos los rincones de la ciudad, donde la movilidad vehicular y la falta de señalización son un despelote inmarcesible, donde los huecos y cráteres causan a diario accidentes, donde todos los secretarios de Celemín se pelean el derecho a sucederlo como alcalde encargado ante su inminente salida, nuestros honorables se dan el lujo de derrochar el erario a manos llenas. A despilfarrarlo en raciones de tragantina.
En 2014 el presupuesto general del Concejo de Yopal es de 2.133 millones de pesos. De ese monto, luego de gastos funcionamiento y operación –entiéndase sueldos, viáticos, transportes, servicios y similares- queda un 50% para contratar. Es decir, para que cada honorable president@ manipule a dedo lo que se le antoje. Para que en su reinado haga ferias y fiestas con la plática del pueblo tarado que votó por él, o ella. Para que coma y beba a sus anchas. Lo importante es tener la boca y la barriga llena. Ah, claro: y el trasero limpio. Así su conciencia esté sucia. Digo yo. (En columna venidera me ocuparé de la Asamblea Departamental, donde está reinando la vigorosa y solícita señora Cuta).
*Periodista – Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública Pontificia Universidad Javeriana
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