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De Frente - La Prensa

De Frente - La Prensa

Por Oscar Medina Gómez **

Con todo y sus defectos, sus izquierdas y derechas, sus relaciones escabrosas con bandidos corruptos que se hacen llamar “líderes políticos”, sus caracoles y erreceenes, la prensa y los periodistas siempre serán pieza determinante para el sostén medianamente equilibrado de cualquier sociedad. Eso de que siempre será mejor una prensa desbordada que una prensa arrodillada, es incuestionable. No admite peros.

En las provincias colombianas y en muchos pequeños periódicos y emisoras de Bogotá y las grandes capitales, desde siempre ha hecho carrera que periodistas y locutores tengan que vender publicidad para ganarse el sueldo. Es decir, les pagan un desventajoso porcentaje sobre la venta mensual recaudada de avisos de prensa y cuñas radiales. Para sostenerse y darles de comer a sus familias, los comunicadores se ven entonces en la necesidad de rebuscarse el dinero por otros caminos. Uno de ellos es haciendo pactos de no agresión con alcaldes, gobernadores y funcionarios públicos de nivel, que manejan presupuestos oficiales.

De esa manera, las dos partes conviven en una relación de “beneficio mutuo” donde la premisa es “hagámonos pasito”. La prensa tapa con incienso y aplausos al funcionario y sus delitos –casi siempre de corrupción y otras con vínculos con grupos terroristas- y el funcionario recompensa a los periodistas ya con dinero, cupos de vivienda, contratos de prestación de servicios, cupos de taxi, nivelación en el SISBEN, cupos estudiantiles, tejas, bloques, cemento. Hasta cuentas en tiendas de alimentos y supermercados. Como me he enterado.

Relación a todas luces sucia y pérfida, donde siempre ganan los corruptos. Mientras a la prensa y los periodistas le arrojan las pizcas de carne que se sacan de sus dentaduras, las ratas corruptas engordan a más no poder sus cuentas bancarias y sus barrigas. Fincas, apartamentos, títulos valores, empresas, joyas, autos lujosos, ganado, viajes de placer al extranjero, mujeres, travestis, maricas. Con dinero, claro, de la comunidad.

Lo preocupante es que ese nexo prostituido -además de causar mucho daño al ejercicio mismo del periodismo-, menoscaba, deteriora profundamente los cimientos de la sociedad y de los ciudadanos a su derecho a estar pronta y claramente informados sobre el desempeño de sus gobernantes.

Así que, en un país como Colombia, donde esos “líderes políticos” crecen por miles y a montón como la mala hierba y conviven en un insaciable y morboso manoseo con periodistas y locutores necesitados, lo mismo que con los dueños de periodiquillos y emisoras que se venden barato y con un guiño, esto es pan de todos los días.

Muy a pesar de ese teatro, en todo gobierno -de cualquier corte ideológico y actitud de los gobernantes- siempre el disenso, la crítica, la discrepancia, la divergencia ideológica y conceptual de la prensa es lo que hace menos corruptos a los corruptos. Es un dique que ayuda a contener un poco el hambre de robar de los “líderes políticos” ¡Qué tal todos, a dos manos, con cornetas y voladores, aplaudiendo el accionar de los gobernantes!

Los periodistas -se siente más en las provincia- estamos sometidos a multiplicidad de condicionamientos y presiones, donde intentar eso de la objetividad es un chiste flojo. Aparte de la mordaza económica -el caldo de cultivo para el complot entre periodistas y gobernantes- las presiones y amenazas vienen de otros recodos: guerrillas terroristas, delincuencia común, paramilitares, fuerza pública (ejército, policía) clase política, contratistas. Ejercer este oficio es asunto jodido.

El panorama se ensombrece peor cuando el canibalismo entre periodistas aflora. Selva insensible donde al menor descuido despedazan a la víctima, la meten a la olla hirviendo, danzan a su alrededor ebrios de placer vengativo y luego, entre todos, se comen al colega. No hay sentimientos: la orden es desprestigiar, hundir al máximo al compañero que, por la razón que sea, ha resbalado o quedado en evidencia.

Eso sí: en cuanto chupe, bebeta, ágape, comilona, festín y convite que programen las autoridades, gobernantes y “líderes políticos” se ve a periodistas y locutores a carcajadas. Todos sonrientes, abrazados, cómplices juguetones como cachorros de leona. Devorando a bocas llenas la comida que les botan quienes ostentan el poder y desvalijan lo público.

Si no hay unión y solidaridad gremial para enfrentar a los corruptos, la prensa esta descompuesta. Esa fractura la aprovechan a sus anchas los ladrones de lo público.

Y ese círculo sigue girando sin parar. Y acentuándose cada vez más. En una connivencia extremadamente dañina. Porque las verdades las conoce la opinión pública a medias. Acomodadas. Sesgadas. O, lo que es peor, nunca las llega a conocer.

Los excesos informativos, opinión descontextualizada y acuerdos bajo la mesa abundan en el oficio. Es cierto. Pero, a ojo cerrado y pluma abierta, siempre será mejor un periodismo solidario, unido y de franca camaradería. Fuerte como una pared de concreto, así haya pecados no revelados.

La lamentable y peligrosa tirantez que se está presentando entre la prensa casanareña y el alcalde de Yopal John Jairo Torres, debe ser atendida. Antes de que se reviente el lazo. Con seguridad ha habido excesos de los dos lados. Cada parte debe asumir con respeto el ejercicio de sus funciones.

No lo duden: esta noche o mañana, o cualquier día de estos, los corruptos que se sientan incómodos y su bandidaje al descubierto por lo que dice o escribe un periodista, irán por él sin avisar. Le pasarán la cuenta de cobro. Digo yo.

** Periodista


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