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De Frente - El dolor sin nombre

De Frente - El dolor sin nombre
Por Oscar Medina Gómez

Por estos días cuando, como por castigo del universo, nos vemos sometidos de nuevo a unas elecciones para elegir alcalde de Yopal, -luego de que catervas de malhechores han depredado, saqueado hasta el último centavo del erario- me pasa que a veces quiero mandar, literalmente, a la mierda a todos los candidatos que van de aquí para allá bufoneando que van a salvar a la ciudad y sus habitantes de las garras de la corrupción y el atraso.

Lo aberrante es que quienes lo dicen son, en su gran mayoría, vendedores de embustes. Caraduras cuentistas de oficio que, excitados por los multimillonarios recursos públicos que podrán manipular a su antojo, siguen matando los sueños y el desarrollo de miles de personas.

La estridencia contaminante de cuñas radiales, la infección visual de vallas publicitarias, afiches, pendones, volantes y calcomanías, los mentirosos programas radiales “especiales” –vendidos, por supuesto, a los candidatos, quienes pagan entre 1 y 2 millones de pesos por 1 hora de sandeces y engaños- el bombardeo incesante por las redes sociales y los debates de medio pelo organizados por ONGs, gremios y universidades, son el menú que los ciudadanos tenemos que tragarnos. Pareciera que no hay cómo esquivar la peste.

Hay escapes para no estar pendientes de lo que dijeron o no los payasos promeseros. Puertas que te permiten huir de la porquería. Caminos que te forman y enriquecen, poniendo una barrera sólida para que las mentiras de los bellacos no taladren tus oídos.

Un escape celestial y saludable es la literatura. Siempre lo será. Hay están los “Poetas malditos”. Aclaro: no sólo los franceses así rotulados, sino otros de países diversos. Cada que los releo, me convenzo más de la verdadera naturaleza humana. No dejan de encantarme.

Se caracterizaron por su muy particular estilo de escribir –crudo, profundo, humano-, comportamiento licencioso, vidas decadentes y plagadas de excesos. Fueron bohemios reales sin reglas ni encasillamientos, amantes de los bacanales sexuales indiscriminados y sin freno entre adolescentes (hombres y mujeres), travestis y putas, donde la absenta, el tabaco, el opio y el hachís eran invitados infaltables y necesarios. ¡Sin duda!

Pero es que los demonios y ángeles que habitaban la mente de estos seres trágicos, atormentados e incomprendidos, les hicieron parir poemas inmortales. Esto es de Baudelaire:

Bendito seas, mi dios, que dais el sufrimiento
Como divino remedio a nuestras impurezas
Y cual la mejor y la más pura esencia
Que prepara los fuertes para las santas voluptuosidades.


Y esto de Rimbaud:

En la horca negra bailan, amable manco,
Bailan los paladines,
Los descarnados danzarines del diablo,
Danzan que danzan sin fin,
Los esqueletos de Saladin.


Recordemos a Artaud:

Donde huele a mierda, huele a ser
El hombre bien habría podido no defecar,
no abrir nunca el bolsillo anal
Pero escogió cagar,
como habría podido escoger la vida,
en lugar de consentir en vivir muerto.
Puesto que para no defecar habría que consentir en no ser,
Pero no pudo resolverse a perder el ser
Es decir, a morir en vida.


Como dejar de lado a Poe, referente obligado del dolor sin nombre, quien, desolado e inmensamente inconsolable por la muerte de Virginia Eliza, su joven esposa, se sumergía en el opio, el láudano y, claro, el alcohol, para gritar las angustias que le puyaba los rincones de su mente. Tratando, creo, de exorcizar su alma. Este fragmento de su cuento La máscara de la muerte roja, habla por sí solo:

Y uno por uno cayeron los convidados en las salas de orgía manchadas de sangre y cada uno murió en la desesperada actitud de su caída. Y la vida del reloj de ébano se apagó con la del último de los alegres libertinos. Y las llamas de los trípodes expiraron. Y las tinieblas, y la corrupción, y la Muerte Roja lo dominaron todo.

Igual de penetrante y alienante es Bukowski:

Tienes que cogerte a muchas mujeres
bellas mujeres,
Y escribir algunos poemas de amor decentes
Y no te preocupes por la edad
y los nuevos talentos
¡Sólo toma más y más cerveza!

Cierro este lacónico repaso por la locura perfecta de algunos de mis preferidos poetas, con Raúl Gómez Jattin:

No soy malvado
trato de enamorarte
Intento ser sincero con lo enfermo que estoy
Y entrar en el maleficio de tu cuerpo
Como un rio que teme al mar
Pero siempre muere en él.


Sumérjanse y embriáguense también de deleite literario en Mishima, Verlaine, Corbiere, Mallarmé, Lorca, Hemingway, Curtis. No reparen en sus existencias oscuras, turbias, vidriosas, sucias y dolorosas. Vidas llevadas al extremo de la aparente sinrazón humana, en una constante búsqueda de encontrar su Yo. De hallarse a sí mismos. Empápense, eso sí, de lo que escribieron y dejaron al mundo. No se detengan en los padrenuestros de los puritanos fastidiosos e hipócritas que abundan como peste.

¡Hey, mojigatas y santurrones!: no estoy defendiendo ni invitando a las drogas, las orgías sexuales, el tabaco y el alcohol para producir literatura. Estoy es recordando la huella literaria de seres humanos de carne y hueso. Como usted y como yo. Seres que fueron presa de monstruos a quienes combatieron con éxito.
Ellos eternamente serán alimento para el espíritu. Digo yo.

*Periodista



La sección de OPINIÓN es un espacio generado por Editorialistas y no refleja o compromete el pensamiento ni la opinión de www.prensalibrecasanare.com


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