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De Frente - Pena de muerte: conviene y se necesita

 

Por Oscar Medina Gómez*

 

Sí. Siempre he defendido la pena de muerte. Por sus abominables y repugnantes delitos todo antisocial que cause profundo dolor y sufrimiento a sus víctimas, a sus familiares y al país debe ser dado de baja. Exterminado de raíz. Sin miramientos ni negociaciones económicas, religiosas ni políticas. Ni menos con atajos disfrazados de discusiones filosóficas extériles, ni reflexiones emocionales. ¡Hay que pensar con el cerebro y no con el corazón¡

 

Terroristas, autores de masacres selectivas, descuartizadores y desaparecedores de seres humanos, violadores sexuales de niños, secuestradores, extorsionistas, narcotraficantes, peligrosos drogadictgos, criminales seriales y sabandijas similares no pueden seguir poniendo en jaque a la nación colombiana. Donde el 99.99 por ciento de sus ciudadanos son hombres y mujeres buenos. Seres honestos, solidarios, trabajadores, cumplidores de sus deberes con el Estado, defensores de la institución familiar. ¡Hijos de la Patria que diariamente aportan para verla crecer en paz y desarrollo!

 

El gobierno de Iván Duque los llama Grupos Armados Organizados (GAO). Bandas Criminales (BACRIM), los rotuló Juan Manuel Santos. Pero son lo mismo: escoria que debe lanzarse al centro de la tierra. Si nos atenemos a organismos oficiales de inteligencia y seguridad, a lo largo y ancho del territorio nacional delinquen e imponen el terror más de una treintena de GAO´s. Los urabeños, los usugas, la oficina de envigado, el clan del golfo, los pelusos, los puntilleros, la terraza, los robledo, los pachelly, la banda local, los martin bala, los pachenca, los costeños, los caqueteños, los garbanzos, el clan del norte, los rastrojos, los caparrapos…siguen imponiendo su ley de muerte, sangre y dolor.

 

Miles de víctimas inocentes, miles de familias destruidas no paran de llorar ni pueden olvidar a sus seres queridos. Miles de sueños fueron frustrados horrorosamente por manos sanguinarias y mentes enfermas de dinero fácil. Miles de niños, jóvenes, adultos y ancianos  ya no están a causa de  la maldad de un puñado de asesinos que con un arma en la mano se creen dueños de la vida y la muerte.

 

Los cabecillas y los militantes de los GAO andan, en su inmensa mayoría, libres. Dichosos disfrutando de placeres a montón con el dinero de sus delitos. Y, obvio, delinquiendo sin parar. Saben que tenemos un aparato judicial corrupto, laxo y tremendamente frágil que los alcahuetea. Donde la impunidad y castigos severos son puro cuento. Cuento, eso sí, aplicable a los pequeños ladronzuelos de comida en los supermercados o a quienes no pagan a tiempo los servicios públicos o una multa de tránsito. Estructura de justicia podrida que tiene a no pocos “inmaculados togados “ de las grandilocuentes “altas cortes” como ejemplo de perfectos delincuentes de cuello blanco. A quienes también se les tendría que aplicar la pena de muerte. Leonidas Bustos, Francisco Ricaurte, Gustavo Malo, Camilo Tarquino, Alberto Rojas…son más. Y, desde luego, Luis Gustavo Moreno, el “super exfiscal anticorrupción” . ¡Fantástico!

 

Los cabecillas de las FARC, el ELN y los paracos –que no sus analfabetas  y esclavizados militantes, en su mayoría jóvenes campesinos de puebluchos- merecen la pena de muerte. Encajan a la perfección en el listado de crímenes y delitos que describí párrafos arriba.  Es oprobioso, burlesco y humillante para las familias de las víctimas y para la dignidad de la Patria, que los ahora “honorables” congresistas farianos –vejetez multimillonarios todos, gracias a sus delitos- pretendan sentar cátedra de paz, ética, filantropía, valores humanos, honestidad, humildad y reconciliación. ¡La pena de muerte es poco para ellos!

 

Desde luego a funcionarios públicos como presidentes, gobernadores, alcaldes, congresistas, ministros, diputados, concejales, funcionarios de rango medio, contratistas estatales, empresarios privados y ejecutivos de emporios industriales también la filosa guillotina debe rebanarles la cabeza. Han hecho de la corrupción su ley. Esa alucinante mafia política corrupta que conforman y que, devorando a dentelladas el erario, ha retrasado años luz el desarrollo del país, en todos los campos, hace tanto o más daño que lo actuado por por los terroristas de las guerrillas, los paramilitares o los GAO.

 

La aplicación de la pena de muerte es tan vieja como la misma historia de la humanidad. A su vez las más importantes religiones del mundo la defienden, practicaron y siguen practicando. Textos sagrados como la Torá, del Judaismo; en el Cristianismo el Nuevo Testamento de la Biblia; y el Corán, del Islamismo así lo confirman. En las edades antigua, media, moderna y contemporánea ha estado presente en sus sistemas penales. Con inujusticias  y aberraciones motivadas en la mayoría de los casos por razones de poder político y territorial. Claro que sí. Pero cuando es aplicada con justicia y para bien de la sociedad, no hay que escandalizarse ni gritar padrenuestros al cielo.

 

Eso sí, en aquellos regímenes totalitarios y dictatoriales, donde los autócratas y tiranos gobernantes la decretan como método terrorífico para acallar las voces disidentes que piden y luchan por la igualdad, las libertades sociales e individuales y la democracia, la pena de muerte va en contra vía con los derechos humanos.  Es el arma más repugnante para seguir aferrado al poder.

 

Demócratas unos más que otros, pero sólidos económicamente y altamente desarrollados, países como Estados Unidos, China, Singapur, Japón, Rusia y Brasil aplican la pena de muerte. Son naciones que van a la vanguardia. Y no por tener en sus legislaciones la pena capital, se los ve como subdesarrollados o déspotas. A su nivel podemos llegar en Colombia. Si tuviéramos pena de muerte en la Constitución, el camino sería más expedito.


La vida es un derecho indiscutible, fundamental, escencial y básico para cualquier Estado que se precie de respetar los derechos humanos. Pero cuando la vida de miles está en las manos y la voluntad de bandolas criminales, que precisamente tienen en el desprecio a la vida y el ultraje a la dignidad humana un super lucrativo negocio de cientos de millones de dólares, no es tiempo de andarse con rodeos. Digo yo.


*Periodista.

 

 



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