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DE FRENTE - Las putas de la 21

DE FRENTE - Las putas de la 21
Por: Oscar Medina Gómez

Están ahí, en la 21 de Yopal, hace más de 20 años. Todas guardan una historia. La mayoría dura y desgarradora. Violadas por su padre, hermanos, o un familiar cercano. Nacidas en hogares de padres alcohólicos y mal tratadores, donde la miseria y el hambre fueron el pan diario. Sin estudios secundarios, si al caso llegan al 5 de primaria. Producto de hogares al garete, donde una madre sola tuvo que hacer de tripas corazón para darle de medio comer. O un padre cojonudo, se las ingenió para levantarla a su manera. Drogadictas, alcohólicas, viciosas. Mujeres altas, gordas, flacas, blancas, negras, mestizas, caderonas, atléticas, famélicas, tetonas. Ellas no tienen la culpa. Son nuestras putas.

Las traigo a cuento porque el proyecto de su reubicación, su traslado a otro lugar menos céntrico de la ciudad, como que se llenó de polvo. Está olvidado. Es oportuno advertir que la administración no puede invertir dineros públicos en un tema estricta y enteramente de carácter privado. Quiero decir -para los que piensan lo contrario- que la alcaldía no puede construir una nueva zona de tolerancia para divertimento de una clientela.

A no ser de que en las actuales 8 manzanas -de la calle 13 a la 16 y de la carrera 20 a la 22- donde hoy funcionan toda suerte de prostíbulos, amanecederos, tienduchas, comederos de gallina calentada con bombillo, expendios y sopladeros de bazuco, el alcalde tuviera listo un proyecto, por ejemplo, para construir un gran centro microempresarial, o un súper parque central, o cosa parecida. Pero eso no va a ocurrir.

Lo que si debe hacer la alcaldía es que en el Plan de Ordenamiento Territorial, POT -que ojalá quede listo antes de finalizar este año- señale el o los posibles lugares para la zona de tolerancia y negocios parecidos. Se han escuchado propuestas de que la vía a Morichal, la carretera que conduce a Palomas. En fin.

La zona se ha vuelto en extremo peligrosa. De día o de noche. El hampa, la delincuencia y el pandillaje no tienen horario. Hasta bombas y granadas han explotado. Además de la venta de sexo para todos los gustos, cada mes nos topamos con noticias de muertos, baleados, apuñaleados, robos, reducideros de toda clase de mercancías -empezando por armas de fuego- y, cómo no, expendios de drogas alucinógenas. Los vecinos del lugar interpusieron una Acción Popular que obliga al alcalde a tomar más medidas de seguridad. Desplegar un CAI móvil todos los días, montar una Unidad Permanente de Justicia y hacer rondas policivas más frecuentes son algunas de las acciones a emprender.

Se de buena fuente que en el momento alrededor de 8 inmuebles de la zona de tolerancia de Yopal son objeto de procesos de extinción de dominio. Fueron utilizados para la producción y venta de drogas ilícitas. Sus propietarios han pataleado e interpuesto cuanta artimaña jurídica existe para detener los fallos. Con esto se entiende fácil la magnitud y alcance de la problemática que encarna la sexualmente famosa 21. Y urge por lo tanto que más temprano que tarde deje de ser una especie de zona vedada para la mayoría de los yopaleños.

Y es que zonas de tolerancia en Yopal ya son varias. Y están creciendo. La calle 26 entre carreras 22 y 23, a un costado de la terminal de transportes, es una. A toda hora se ve el desfile de damiselas con sus bondades expuestas en busca de clientes. Otra es la de la carrera 7 con calle 23, diagonal al intercambiador vial, donde funcionan los llamados clubes y con todos los juguetes. Y sería largo reseñar aquí las decenas de bares y metederos regados por toda la ciudad, donde el alcohol, el sexo y las drogas se ofertan al mejor postor. Y la policía sabe lo que estoy diciendo.

En lo absoluto estoy en contravía con el ejercicio de la prostitución. De cualquier género. No soy un miope recalcitrante y santurrón doble-moralista, -como muchos y muchas de nuestra farsándula criolla, incluidos los curas católicos y pastores protestantes- como para desconocer que esa es una actividad de alta necesidad y consumo social. Y, además, forma parte de tal vez el más lucrativo negocio del mundo entero. Lo que debe hacerse es que las autoridades hagan mayor y mejor control sobre las personas que la ejercen. No solo a las putas, gays, lesbianas y travestis, sino sobre los dueños del negocio. Y, ante todo, controlar los expendios de marihuana, bazuco, cocaína, heroína, mandrax, ácidos, poppers, éxtasis, anfetaminas y un sinnúmero de basuras de esa clase que -lo sabe la policía- se expenden en los putiaderos.

La carrera 21 de Yopal, donde se vende y compra sexo sin ton ni son, debe repensarse ya. La ciudad moderna la devoró por entero. Toca recuperarla íntegramente para el disfrute y goce de los citadinos. No dejarla apenas para que se la parrandeen unos cuantos y cuantas, dejándonos al resto viendo un tierrero. O, mejor, un polvero. Digo yo.

**Periodista - Especialista en Gobierno Municipal y Gestión Pública Pontificia Universidad Javeriana - Col. El Nuevo Oriente y


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