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EN UN COMUNICADO INDÍGENAS EXPLICARON SUS VERDADEROS PROBLEMAS ALIMENTARIOS Y DE SALUD EN CAÑO MOCHUELO

EN UN COMUNICADO INDÍGENAS EXPLICARON SUS VERDADEROS PROBLEMAS ALIMENTARIOS Y DE SALUD EN CAÑO MOCHUELO
Los nueve pueblos y autoridades indígenas del resguardo Caño Mochuelo, expidieron un comunicado en el que agradecen al Gobernador del Casanare, Nelson Mariño Velandia, por las 8 toneladas de alimento, que recientemente les llevó a esas comunidades, “seguro que serán de gran ayuda para calmar el hambre de nuestros niños y mayores más necesitados; también queremos expresar nuestra voluntad en colaborar para hacer cumplir el compromiso que anunció en nuestro resguardo "...ningún niño muerto por falta de alimentación, ni salud en Casanare.

Este es el texto del comunicado de los indígenas:

“Agradecemos a nuestra Organización Nacional indígena de Colombia -ONIC- por su pronunciamiento de respaldo frente al grave problema alimentario que se da en nuestro resguardo.

Estamos seguros que uniendo esfuerzos y compartiendo puntos de vista sobre los problemas que nos aquejan, seremos capaces de pervivir como pueblos indígenas con identidad, orgullosos de lo gue somos y aportando al país con ejemplos de convivencia pacífica en la diversidad. Por ello queremos ofrecer nuestra visión y que hacer frente a lo que está sucediendo en el Resguardo Caño Mochuelo.

El problema alimentario en las comunidades de Caño Mochuelo se ha presentando de tiempo atrás. Cuando en 1974 el INCORA reconoce parte de nuestro territorio como Reserva indígena de Caño Mochuelo, lo hace en respuesta al exterminio indígena generado por las guajibiadas del llano, una medida que nos salvó la vida pero que no fue pensada para asegurar nuestra pervivencia. El espacio resguardado era suficiente para salvarnos de las balas de los colonos que nos cazaban pero no para darnos el sustento alimentario en el mediano y largo plazo- inicialmente las comunidades teníamos suficientes recursos para satisfacer nuestras necesidades alirnentarias, había pesca, cacería, recolectábamos lo que necesitábamos, teníamos pocos vecinos y podíamos usar amplios espacios por fuera del resguardo para satisfacer nuestras necesidades.

La población indígena nos fuimos recuperando de la violencia que casi nos extermina, las familias aumentaron, incluso los Tsiripus que habían tomado la decisión de no tener más hijos y que la habían mantenido durante varios años, vieron en ese momento una nueva oportunidad para seguir viviendo, gracias a esa decisión aun existen los tsiripus en Caño Mochuelo, únicos sobrevivientes de este pueblo.

Pero los recursos naturales disponibles en el resguardo también fueron cada vez más limitados, los vecinos se multiplicaron, cercaron sus propiedades -nuestro territorio tradicional-, cada vez se hizo más difícil el acceso a nuestros lugares de cacería, pesca y recolección, cada vez que lo hacemos entramos en conflicto con nuestros vecinos porque ellos no entienden que acabaron de llegar a nuestro territorio y así se provocan nuevas tensiones entre unos y otros. De esta manera se incubó el problema alimentario, que con el correr del tiempo se nos convirtió en crisis, ahora vivimos un problema crónico.

Al mismo tiempo en que crecía la hambruna en las comunidades, diferentes instituciones desarrollaron proyectos de apoyo para atender el problema alimentario; nos trajeron paquetes productivos, pensando que lo único que necesitábamos los indígenas era que se nos enseñaran a cultivar para salir de ese supuesto estado inferior -aparente origen de la crisis alimentaria-. De esta manera se vino una época de proyectos en donde instituciones del Estado y ONGs nos trajeron soluciones pensadas desde afuera, siempre con las mejores intensiones pero con poco entendimiento de la realidad indígena, atendieron las ramas pero no entendieron la raíz del problema.

Mientras tanto, los casos de tuberculosis, desnutrición y otras enfermedades aparecieron con más frecuencia en las comunidades. Los servicios médicos nos han prestado atención a la población indígena, aunque de manera inconstante y con muchos tropiezos en la atención eficaz; siempre nos dicen que no se puede hacer más debido al bajo presupuesto asignado frente a los altos costos que implica prestar el servicio de manera adecuada por las condiciones de aislamiento geográfico en donde vivimos.

Pareciera que el problema es vivir alejados de las ciudades, donde tampoco hay espacio para nosotros.

Ante esta situación, desde hace tres años, conformamos la Escuela Comunitaria de Gestión Territorial, un espacio de análisis colectivo de los problemas del resguardo y las comunidades, para el fortalecimiento de nuestro gobierno indígena y para adelantar acciones que mejoren nuestras condiciones de vida, desde el ejercicio de la autonomía y reconociendo que somos nueve pueblos indígenas diferentes, en doce comunidades, cada una con su propio ritmo y características.

Desde allí hemos pensado en nuestro problema alimentario, hemos definido derroteros y estamos ejecutando acciones concretas para avanzar en el proceso de lograr nuestra soberanía alimentaria. La estrategia para acabar con la muerte por hambre.

A partir del trabajo de cada una de las doce comunidades, nos hemos dado cuenta que aun mantenemos una gran cantidad de conocimientos sobre nuestros sistemas productivos tradicionales, sobre plantas de importancia alimenticia; también encontramos que algunas de esas plantas aún las mantienen unas pocas familias en el resguardo, pero muchas de esas plantas ya no las tenemos y hay que ir a buscarlas en otras comunidades indígenas de los llanos.

Hemos calculado en cada comunidad el área que tenemos para sembrar los conucos y encontramos que ninguna comunidad tiene la disponibilidad de tieras aptas para sembrar el alimento que necesitan nuestras familias. Para explicar la magnitud del problema: encontramos que cada familia indígena del resguardo solo cuenta, en promedio, con menos de un cuarto de unidad agrícola familiar - UAFa; o sea que ni siquiera podemos vivir como campesinos. Esta situación es la verdadera raíz del problema que nos está condenando a morir poco a poco de hambre y nos va a llevar a desaparecer como pueblos indígenas.

Por eso hemos decidido atacar la raíz del problema: por una parte nos preparamos para abastecernos de la comida que a nosotros nos gusta, de la que sabemos cultivar, de la que recolectamos, de la que nos enseña de dónde venimos y lo que somos. Y por otra parte estamos adelantando trámites para la ampliación del resguardo.

Las comunidades con el acompañamiento de nuestras autoridades hemos trabajado hacia la recuperación/apropiación de conocimientos y prácticas de producción de alimentos. Hemos traído algunas pocas de las semillas que necesitamos, las distribuimos en cada comunidad para diversificar los sembríos, así reafirmamos nuestro conocimiento propio. Y para preservar las semillas recuperadas, hemos iniciado la instalación de cinco bancos de semillas comunitarias, desde donde las redistribuiremos a las familias del resguardo hasta que todos tengamos lo suficiente.

A pesar que la implementación y ajuste de este modelo de trabajo para la recuperación, la apropiación y diversificación de alimentos sembrados en Caño Mochuelo, ha sido apoyado por diferentes instituciones, aún queda por recorrer un camino largo hasta que cada familia del resguardo pueda tener al menos unu UAF -Un¡dad Agrícola Familiar-: Cálculo de área mínima que considera el INCODER para dotar de tierra a campesinos y suficiente para desarrollar actividades productivas para el sustento de una familia. Para esta zona del Casanare, el Acuerdo 140 de 2008 del INCODER ha fijado la UAF en 613 hectáreas. Dado que en el Resguardo habitan 613 familias -dato de la Junta de Cabildo- y se cuenta con un área titulada de 9¿1.670 hectáreas, entonces a cada familia dispondría del 18% de una UAF para solventar todas sus necesidades de producción para la subsistencia.

Mientras que nuestro sueño no se cumpla, seguiremos teniendo niños y ancianos frágiles, expuestos a las enfermedades, instituciones invirtiendo grandes sumas de dinero en tratar de resolver eternos problemas de salud y nosotros perdiendo conocedores de nuestra tradición y sin niños que perpetúen nuestras culturas. La asistencia humanitaria seguirá siendo necesaria mientras se presenten situaciones coyunturales que lo requieran, es una expresión de solidaridad para con los más necesitados y la agradecemos, pero entendemos que esta no puede ser una práctica que se vuelva regular - permanente- continua- , pues pone en juego nuestra autonomía, genera dependencia y deteriora procesos propios de soberanía alimentaria Por ello, no alcanzaremos la soberanía alimentaria ni la enadicación de los actuales problemas de salud mientras el Estado no atienda la raíz de nuestros problemas y adelante la ampliación del resguardo. En enero de 2011 presentamos la solicitud de ampliación, pero hasta la fecha desconocemos si se ha iniciado alguna acción concreta en este sentido.

El Relator Especial de Naciones Unidas sobre Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales de los Pueblos indígenas, pone en su informe de la pasada visita a Colombia el caso de Caño Mochuelo como ejemplo de la crisis territorial causante de una crisis alimentaria preocupante, lo cual no ha tenido eco en el accionar del Estado para este tema en particular y definitivo para nosotros. Sin embrago, nosotros no desfallecemos, internamente seguimos adelantando trabajos de cartografía sobre espacios de importancia cultural y material que nos facilite el ordenamiento del área que estamos solicitando para la ampliación del Resguardo Caño Mochuelo.

Y mientras que nosotros trabajábamos en resolver este asunto, nos llegan noticias que el Estado Colombiano había reconocido el carácter vulnerable de los pueblos indígenas que habitamos Caño Mochuelo, al incluirnos en el Auto 004. Pero también recibimos la noticia que el Estado había asignado a una empresa un proyecto de exploración petrolera en el resguardo.

No entendemos al Estado, por una parte nos trae ayudas humanitarias y reconoce nuestra vulnerabilidad para concertar acciones que aseguren nuestra pervivencia, por otra parte no atiende nuestra prioridad territorial y a cambio nos trae una nueva presión sobre el poco y deteriorado territorio en que estamos encerrados.

A manera de conclusión nosotros proponemos:

- Para solucionar el problema de espacio territorial con la ampliación del resguardo, pedimos a la Mesa Nacional indígena de Concertación, a la ONIC y al Gobierno Nacional, se sirvan incluir en sus prioridades la ampliación del resguardo Caño Mochuelo.

- Solicitamos del Estado Colombiano coherencia en sus políticas frente a los pueblos indígenas de Caño Mochuelo. No entendemos como por un lado se reconoce la vulnerabilidad de los pueblos de Caño Mochuelo -Auto 004-, por otra parte se dilatan las soluciones al problema territorial de fondo, al tiempo que promueve proyectos petroleros en nuestro territorio, como si nada ocurriera en Caño Mochuelo, no entendemos cual es la prioridad para el Estado Colombiano.

- Proponemos a los gobiernos nacional, departamental y municipales, así como a los organismos de cooperación, apoyar la continuidad de la Escuela Comunitaria de Gestión Territorial. Hay labores de identificación, priorización, adquisición y establecimiento de semillas de importancia alimentaria, así como la promoción de auto-investigación sobre adecuación de rnodelos productivos tradicionales a las nuevas condiciones territoriales.

Ordenamiento territorial indígena.

- Solicitamos la definición y aplicación de políticas diferenciales para oferta institucional del Estado, a partir del reconocimiento de la diversidad cultural que caracteriza el resguardo de Caño Mochuelo, y desde el ejercicio de nuestra autonomía. El ICBF ha dado un paso importante en este sentido.

- lnvitamos a continuar con labores de apoyo humanitario a las comunidades y familias con mayores problemas alimentarios, pero entendidas como acciones de emergencia, que no generen dependencia en nuestras comunidades.

- lnvitamos a concertar la adecuación del sistema de atención de salud en las comunidades del resguardo, para mejorar la calidad en la prestación del servicio en nuestras comunidades”.


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