Por Nohora Tovar Rey*
Inició la cuenta regresiva para el fin de la horrible noche en la que se convirtió el Gobierno de Juan Manuel Santos. Lo que en 2010 fue un mandato contundente lleno de vitalidad y respaldo político, en cuestión de escasos días se tornó en un cambio drástico sobre la promesa que los colombianos habíamos respaldado.
Muchos hechos han pasado, la lista es larga: La traición a unas ideas, las locomotoras que nunca despegaron, la alianza con sectores tradicional y corruptos del país, la indiferencia y cercanía a la dictadura de Chávez y Maduro, y por supuesto, la vergonzosa impunidad otorgada al cartel de drogas más grande del mundo y responsables de cientos de crímenes de lesa humanidad pero que hoy por obra y gracias de Santos y su poder corruptor, están en la más sucia impunidad.
Puedo seguir enunciando: El olvido a las regiones, su excesivo centralismo, la ampliación indiscriminada de cargos y contratos del Estado a costa de los impuestos de los colombianos, sus reformas tributarias una detrás de otra, su desconexión con un país de pequeños municipios y ciudades intermedias y su preferencia por las élites extranjeras han sido el sello del que tal vez sea, uno o el peor Gobierno de la historia de Colombia.
La “obra” no termina, al empezarse a encontrar en su soledad, Santos tiene un afán desbordado por dejar montado lo que el considera es su mayor ejecutoria, el posicionamiento de las Farc en el mundo político sin ninguna cuenta pendiente y con una fortuna producto de la actividad ilícita completamente intacta, sus estruendosos fracasos como la venta de Isagen a la que nos opusimos igual que el país entero o la persecución a sus opositores, serán también sellos de su ejercicio como Presidente.
Continúo: Sectores agrícolas como el arrocero y ganadero camino a la quiebra por malas decisiones, los presupuestos generales vienen siendo recortados a niveles insostenibles, la ciencia, tecnología e innovación en su peor momento, los sectores de la economía ahogados en impuestos y etc, etc, etc.
El reloj corre en su contra, pero también en la nuestra, pues el alcanzó su ansiada gloria personal del premio internacional que lo obsesionó y del cual encargó a la diplomacia de la nación para acceder al mismo. En ese sentido, ya no tiene nada que perder, ni capital político porque nunca lo tuvo, ni prestigio porque el país lo repudia, ni socios políticos porque todos son de ocasión y sujetos a la chequera del estado.
Los colombianos tenemos que resistir, como dice el refrán popular: “Si pudimos lo más podremos lo menos” y con la impopularidad y soledad que ahora lo agobia, tendremos que seguir trabajando desde todos los sectores de la sociedad para resarcir el daño que dejarán su Gobierno.
De todo lo malo tomemos lo bueno, entramos al último año del peor Gobierno de la historia.
*Senadora de la República – Centro Democrático