Por Oscar Medina Gómez
El Estadio de Futbol Santiago de las Atalayas, en Yopal, es otro gigantesco monumento a la corrupción. De los muchos que tenemos en Casanare. A un costo que sobrepasó los 35 mil millones de pesos, fue uno de los sueños faraónicos del exgobernador William Hernán Pérez que, aunque se hizo realidad, da rabia y vergüenza verlo como se sigue deteriorando por el abandono del gobierno.
Por su ambición de poder y dinero el hombre del caballo negro sigue pagando una condena en la cárcel por los delitos de enriquecimiento ilícito, celebración indebida de contratos, entre otros.
Desde que se puso en funcionamiento por allá en 2006 sobran los dedos de las manos para contar las veces que ha sido utilizado este bien inmueble de carácter público. Es decir, propiedad de todos los casanareños.
Durante algunos meses sirvió de sede permanente al equipo Los Pumas de Casanare –de propiedad de Pérez Espinel- que luego de ser eliminado del torneo Primero B, desapareció.
A partir de entonces, es decir desde hace 12 años, el estadio ha estado abandonado a su suerte. Las muy pocas veces que se ha utilizado es para llenar de dólares los bolsillos de empresarios privados. Traen artistas y venden conciertos de música chucuchucu para beber cerveza y aguardiente. Para embrutecer más al pueblo. Ritmos en guascarrilera, rancheros, reguetoneros y vallenatos desabridos –tipo Pipe Peláez- es lo que se ha visto desfilar.
Eso sí, los empresarios engordan sus cuentas bancarias. Pero al municipio sólo le entran unas exiguas limosnas por concepto de tasas contributivas e impuestos.
Lo único excepcional y fantástico que ha ocurrido dentro del Santiago de las Atalayas, fue el concierto de la Orquesta Filarmónica de Bogotá el primero de noviembre de 2014. Fue un evento gratuito, un regalo cultural del gobernador de entonces Marco Tulio Ruiz y de la industria petrolera, que le apostaron sin temor a brindarle a los llanos orientales y al país un majestuoso evento de verdadero arte musical. Con todas las de la ley.
15 mil almas, respetuosamente sentadas y en silencio ceremonial, fueron testigos históricos de un repertorio que bajo la batuta del maestro Eduardo Carrizosa incluyó obras de Vivaldi, Chopin, Mozart, Rossini, Beethoven, Schumann, Bach, Tchaikovsky, Wagner y John Williams. Y melodías famosas de la música tradicional colombiana como “La Pollera colorá”.
Para rematar, nuestro Orlando “el Cholo” Valderrama –leyenda viva del folclor colombiano a quien la gobernación y las alcaldías están en mora de hacerle un gran homenaje- le puso el broche de oro a la noche, dejándonos oír varias de sus más aplaudidas canciones. Todo este menú aderezado por los 96 músicos de la Filarmónica. ¡Fue un concierto fantástico! Difícilmente se repetirá en Casanare, si no hay voluntad de gobierno y ganas de darle al pueblo lo mejor del arte y la cultura.
Al director del INDERCAS, señor Santiago Marín Gómez parece que le complace el abandono del otro Santiago, el estadio de futbol de Yopal. Este Santiago, el director, es un muy cuestionado sujeto que a su paso por diferentes cargos públicos ha dejado huellas dudosas en el manejo de los recursos públicos.
No le corre frío por la piel ver botados miles de millones de pesos para que se los devore la maleza y el óxido. Eso, señor Marín, se llama corrupción. Y no actuar como funcionario público ni proponer medidas o algo para evitarlo, se llama ser cómplice de la corrupción. Comportamiento censurable que tiene consecuencias penales, fiscales y disciplinarias. Ya por acción o por omisión.
Razón tienen las ligas deportivas que a diario fustigan duramente a Santiago Marín. La mayoría de sus miembros desconfían de la manipulación que le está dando este mañoso y taimado personaje a varios miles de millones de pesos –la cifra oscila entre 5 y 8 mil anuales- destinados al fomento, la promoción, fortalecimiento del deporte, la formación física y la recreación. Y, desde luego, al idóneo mantenimiento y uso de nuestros escasos escenarios deportivos públicos.
Por citar un caso, la mal llamada piscina olímpica es una vergüenza. –La llaman olímpica, supongo, por su dimensión. Más no por las garantías y comodidades para los usuarios. Luego de una lucha tenaz de la liga hace un año le hicieron unos remiendos y arreglos locativos mínimos. Pero ese escenario está muy lejos de ser decente.
Los baños están en pésimas condiciones, las graderías son inseguras, no hay cabinas para prensa, no existe un cerramiento sólido que la aísle del público, la maleza la rodea…. Y, debido a que no hay vestieres, los niños que allí toman clases se ven obligados a desvestirse y vestirse casi que delante de familiares y extraños.
Por ese orden de abandono y complicidad están otras ligas como la de tiro, patinaje, futbol, ciclismo… en fin.
Gobernador Alirio Barrera, Contraloría y Procuraduría ¡Actúen! Digo yo.
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