Por Leonardo Puentes*

Lo que está en juego el próximo domingo no son 267 puestos en el Congreso de Colombia. Si bien se trata de un nuevo encuentro de los colombianos con las urnas, más allá de cruzar los dedos para que sean elegidos la menor cantidad posible de oportunistas, delincuentes y traficantes de intereses particulares, lo que la mayoría de los colombianos deberíamos tener presente es que el próximo Congreso deberá labrar el camino hacia la reconciliación definitiva del país; definir la ruta hacia la paz y abrirle la puerta a una nueva Colombia, una con justicia, con equidad, con reales oportunidades de progreso para quienes hoy no encuentran vía de escape a la pobreza.

Todos los análisis coinciden en que será indispensable resolver de manera prioritaria cuatro o cinco problemas fundamentales para sacar a Colombia del atolladero: acabar con la enorme desigualdad que impera en el país, emprender acciones contundentes para mejorar la educación de las generaciones futuras, impulsar la investigación científica al servicio de los sectores productivos, recuperar el terreno perdido en el agro y establecer instituciones modernas que gocen del respeto y la credibilidad de los colombianos; es decir, instituciones que recuperen la confianza ciudadana, capaces de emprender la definitiva cruzada contra una silenciosa pero devastadora enemiga de cualquier sociedad: la corrupción.

Es este el contexto en que asistiremos a las urnas el próximo domingo, a sabiendas que las 267 personas que vamos a elegir deberán encargarse de hacer que los anhelados tiempos de paz, sean también tiempos de verdadero progreso para el país y para quienes lo habitamos. De ellos esperamos la capacidad para barajar de nuevo y hacer que la salud en Colombia deje de ser una delirante cadena de intermediarios, que se enriquecen mientras los pasillos de los hospitales parecen los de un campo de batalla. De este Congreso esperamos una reforma que acabe con el régimen de justicia solo para los de ruana, que elimine el carrusel de impunidad reinante entre las altas cortes, los organismos de control y el propio parlamento.

De este Congreso esperamos la plena determinación por hacer que la educación de alta calidad en Colombia deje de ser un privilegio para muy pocos, que el país entre en la senda en que el conocimiento y la capacidad de sus jóvenes, de sus profesionales, sea la principal locomotora de la economía. Esperamos que los 27 billones anuales que hoy se destinan para la guerra, se conviertan en los laboratorios, las vías, los apoyos para agricultores que se ven cada vez más expuestos a la competencia desigual impuesta por TLC’s firmados a espaldas del país.

No es poco lo que tendrán que comenzar a resolver los 267 colombianos que elegiremos. Y yo en lo personal espero que Casanare tenga, además de sus dos Representantes, voz en el Senado; consideraría absurdo que nos neguemos esa posibilidad ante el oportunismo y la mezquindad con que algunos pretenden hacernos creer que da lo mismo si le votamos a cualquiera de cualquier parte. Hay candidatos merecedores de todo el respeto y reconocimiento en el resto del país, pero acá también tenemos y el domingo mi voto es por mi región, por Casanare, por Jorge Prieto Riveros.

Adenda: Nadie a quien no le duela, viva y conozca esta tierra hablará mejor en su nombre. Bien le he escuchado decir a mi abuela desde siempre: ‘nadie sabe con la sed que otro bebe’. (Quede constancia que esta vez no es en referencia al problema de agua de nuestra Yopal)

*Concejal de Yopal.