Los talleres están dirigidos a operadores turísticos, pescadores, funcionarios de las alcaldías, Policía Nacional, Fuerzas Militares y la comunidad en general, que esté interesada en conocer a esta emblemática especie.
Cuando tenía 14 años, Luisa decidió tatuarse y en ese procedimiento adquirió una bacteria que hoy la tiene en silla de ruedas, no controla esfínteres y es totalmente dependiente.
Según denuncias de la comunidad venía exigiendo dineros a los usuarios del servicio de energía eléctrica, con la amenaza de reportarlos ante la empresa Enerca.